Crónicas Roleras #4

-Ok, pero ¿cuál carajo es la mejor clase?- pregunto ahora algo anonadado. Cuando elegí mi mago para la mesa rolera con Martin, los dos Juanes y Renzo, estaba convencido, al menos en mi fuero interno, que los magos eran de las clases mas poderosas.

Martin suspira detrás de su panel y mira al techo.

Powergaming

-Que pregunta…

El tema con las clases y las builds es siempre engorroso.

-La verdad…- comienza Martín –…todas las clases tienen sus virtudes, defectos y puntos fuertes y débiles pero los magos sin duda están entre las mejores clases de todas. Que son muchas aparte.

-Claro, el tema es que vos sos manco y no sabes usarlo- aporta Juan (2), rules lawyer, rolero (de videojuegos) viejo.

-No entiendo en que estaría fallando- replico, no enojado, pero aturdido.

-En todo- dicen ambos al unísono.

“Literalmente se podría decir que las cuatro clases mas poderosas de D&D son de origen mágico. Hechicero, Mago, Druida, Clérigo. Incluso podría agregar al Bardo que pueden acceder a magia arcana. “ explica Martín.

-Ahora, dejá de hacer tiempo y tira el dado cagón.

Miro mi mano con el curioso dado de 20 caras de colores oscuros intensos. Lo arrojo.

Sale un 2.

-DIOS, TODA LA NOCHE ASÍ.

-Myst conjura el rayo de ácido con tanta mala fortuna que salpica a Poltar, el bárbaro clérigo de Juan (2) quemándole la piel y dejándolo KO. 

-La concha de tu hermana Hernán- dice resignado Juan (2).

-No soy yo, es el dado. Me odia.

-Toda la noche, toda la noche igual.

-Es el azar.

Karmic dice

“Hazel” el boardgame que fue lo que “Olimpo” no pudo ser, estaba construido sobre una base de personajes preconstruidos en miniatura de diferentes rarezas (como Heroclix), acompañados de cartas con sus habilidades con costo (como Magic), todo amparado por el azar de un dado de 20 caras, como los juegos de rol. Cada personaje estaba basado en una persona que conocíamos, e incluso, nosotros mismos. 

-Mr. Brown esta bueno…- comienza Martín -…porque reduce mucho el azar.

Mr. Brown era el personaje que había inventado y que se cuadraba con mi persona y algunas de mis características como ser humano. También, en la historia que iba por arriba del juego de mesa, era el “Batman” de la ecuación. Porque si me voy a ficcionalizar, lo voy a hacer bien.

-Es el azar pero mientras nosotros pegamos críticos en cada tiro vos nos matas en cada pelea.

-No entiendo que querés que haga- respondo ya un poco enojado.

-Si tenés una mala noche con los dados tenés que evitar tirarlos todo el tiempo- me responde Juan (2) no sin cierta lógica.

-Es que son dados man. No existe tener una buena o mala noche.

-Decíselo al flaco que encontré llorando en la puerta del Bingo Avellaneda- replica Juan (1) que había estado bastante silencioso esa noche.

-Pero en serio digo- empiezo –No es que estoy haciendo algo mal. Si el dado sale como el orto, es parte del juego también.

-Eso es cierto- comenta Martín.

Uno de los mambos que nos producen los juegos de rol es la idea de que tienen que salir o terminar bien lo cual un poco conspira contra el hecho de rolear que es asumir un rol con un fin desconocido y no necesariamente bueno. Tal vez admirable. Tal vez heroico, pero a menudo, trágico. Si el Master es justo, puede que mueras. Y si, hay mil formas de continuar, todas o casi todas válidas. Un hechizo de resurrección, volver como un fantasma o hasta una misión que posibilite traer de los muertos al caído. Pero también se puede morir y ya.

TPK

La party, con un bárbaro clérigo quemado, un explorador distraído, un guerrero silencioso y un mago desafortunado, avanzó tras el bosque de cristal hacia los pantanos de Nigel. 

-Escucha Myst, si nos encontramos amenazas, dedicate a las magias defensivas- dice Juan (2) invocando su mejor Poltar.

-Los pantanos son peligrosos y Nigel, el cuidador, tiene un grupo de guerreros dispuestos a cuidar las escasas riquezas escondidas- expone Martín mostrando algunas imágenes de la geografía.

-Nos van a cagar matando- comenta Renzo en uno de sus raros momentos prestando atención a la roleada.

-Voy preparando la patada doble- agrega Juan (1).

-Pausa pausa- digo –Que callado estuviste hoy. 

Juan (1) se encoge de hombros. Algo pasó.

“Quien anda ahí” grita una voz rasposa. “Los visitantes no son bienvenidos”.

-Somos un grupo solo queriendo atravesar los pantanos- grita Tulkas, el guerrero personificado por Juan (1).

“Pues no podrán. ¡SOLDADOS! ¡A ELLOS!”